Notas de Alejandro Usigli en la presentación de “Obliteración. Dos conversaciones con George Bernard Shaw. Preparativos para un acto final” de Rodolfo Usigli

Obliteración de Rodolfo Usigli

Por Alejandro Usigli Casas

A principios de 1973, seis años después de haber concluido su breve novela, creada en dos tiempos, mi padre se anima a invitar a dos amigos suyos, la renombrada pintora mexicana Sofía Bassi y el impresor Francisco Antúnez, de Aguascalientes, a que se unan a él en una aventura editorial, invitación que recibe cálida acogida por parte de los dos. La experiencia tripartita consistiría en: el relato del autor, las ilustraciones de la pintora y la impresión del impresor.

Así fue como en octubre de 1973 sale de la imprenta del Sr. Antúnez el tiraje de 1,000 ejemplares numerados y autografiados por Sofía Bassi y Rodolfo Usigli. La edición fue repartida entre los tres aventureros en partes iguales, si no me falla la memoria. Hasta este momento, todo iba bien, pero después de un alumbramiento exitoso, vendría una etapa infructuosa, pues en aquella época, la distribución del producto editorial fuera de su sede era incipiente, hoy ese procedimiento, aunque imperfecto todavía, supera con amplitud ese terrible obstáculo que representa la falta de circulación del repertorio autoral en las librerías.

Por eso resulta tan significativo este esfuerzo auspiciado por el Fondo de Cultura Económica por abrir sus espacios promocionales a la diversidad de la industria editorial independiente de nuestro país.

Lo que sucedió entonces fue que una parte del tiraje que correspondió a mi padre se entregó a la Editorial El Ateneo, que amablemente había accedido a incluir Obliteración en sus puntos de venta que, si no mal recuerdo, eran apenas dos: uno en su sede de la colonia Juárez y otro que tenían en la Avenida Revolución. En esto solicito el auxilio de mis anfitriones Artigas y Castañón, o del Fondo de Cultura para que nos ilustren acerca de la parte histórica de El Ateneo en México.

El caso es que poco tiempo después de que falleció mi padre en 1979, la editorial El Ateneo estaba atravesando por momentos de reajuste y creo, de dificultades financieras, no estoy seguro, pero debido a ello, me pidieron que recogiera los ejemplares que todavía conservaban y que no podían seguir comercializando pues al parecer ya había transcurrido un tiempo más que razonable para su venta y ante una falta de adecuada difusión, ya no tenían demanda.

Resulta curioso observar que esta edición, así como la primera edición de Ensayo de un crimen, tuvieron una suerte parecida aunque no igual en su origen, motivada por la carencia de una distribución mayoritaria, una en 1944 y otra entre 1973 y 1979.

¿Será una mera coincidencia que el constructo metafísico o destino inicial de la narrativa Usigliana después de su concreción y conclusión en manos del autor haya radicado en una cuasi clandestinidad, por llamarla de alguna manera, que retarda su conocimiento como producto intelectual?

¿Se trata acaso de un predestinado forzado y negativo periodo de incubación enmascarada que finalizará con un monumental salto hacia el gran público de lectores? En todo caso, este es un gran primer paso para el monumental salto del que hablamos.

Gracias, Adolfo Castañón,

Gracias, Bonilla y Artigas,

Gracias, Fondo de Cultura Económica.

 

PRESENTACIÓN:

Resulta ilustrativo y pertinente aquí hacer referencia al significado de Obliteración, que proporciona el autor, incluye en su edición, y (transcribo): emplea en su sentido lato de acción y efecto de destruir, como sinónima de los verbos abolir, borrar, tachar, cancelar, anular. La Real Academia la acepta, en medicina, como acción y efecto de obliterar u obliterarse; pero reconoce el adjetivo obliterador, ra, “que cierra u oblitera”, aunque da al verbo sólo la acepción médica de: “obstruir o cerrar un conducto o cavidad de un cuerpo organizado. U. t. c. prnl.”.

El Grand Larousse es más amplio: “Oblitération. n. f. Action d’oblitérer, état d’une chose oblitérée, effacée.” Y sobre el verbo indica: “Oblitérer, v. Tr. …Effacer, en usant, les lettres, les traits: le temps a oblitéré cette inscription. / Oblitérer un timbre, l’empêcher par une empreinte, une marque, de servir une deuxième fois. / Fig. enlever, supprimer.”

Por su parte, el Diccionario de Oxford dice: “Obliterate, v. T. Blot out, efface, erase, destroy, leave no clear traces of. So, obliteration.”

Quiero leerles la décima con que inicia este relato o breve novela, Obliteración:

 

Si quiero por las estrellas

saber, tiempo, dónde estás,

miro que con ellas vas

pero no vuelves con ellas.

¿En dónde imprimes tus huellas

que con tu curso no doy?

Mas ¡ay! Que engañado estoy,

Que giras, corres y ruedas:

Tú eres, tiempo, el que te quedas,

Y yo soy el que me voy.

 

Décima atribuída a don Luis de Góngora

(Epígrafe encontrado [por R. U.] en 1968)

 

La imaginación es la herramienta más prolífica y poderosa de la creación humana, después de la verdad, como fuente de expresión, y todo trabajo de creación tiene por primordial misión comunicar, compartir las ideas y el pensamiento de su artífice.

La anécdota del encuentro fugaz del pasado que inspiró a Usigli, para decirlo en sus propias palabras:

 

Anuda diversos cabos sueltos y aúna la experiencia humana directa al ejercicio de la imaginación”. Añade: “No sé si lograré terminarlo. Todo lo que sé, como se saben bien las cosas –es decir, por el sentimiento– es que su profundidad y su alcance, hacia adentro y hacia fuera, pueden ser mayores de lo que yo mismo sospecho. Por lo demás, en literatura, cuando se crea, no hay itinerarios fijos ni completos, y las más de las veces nos limitamos a viajar entre cuatro paredes. Como sea […], Le Zoute, 28 de junio de 1949.

En Oslo, 1966 escribe: P. S. Quizá me será dado terminarlo al fin en Europa. En el viento de Europa.1

 

Rodolfo Usigli, mi padre, tuvo desde pequeño una imaginación realmente lúdica en la que recreaba la lectura del día de manera voluntaria en sus sueños, y se adentraba de nuevo en las atmósferas vivenciales descritas por los novelistas leídos, para alojar en ellos situaciones y personajes, pasajes de la historia y paisajes de otras tierras y la propia, que había descifrado, absorbido, adquirido para luego reelaborar, reescribir en lo subliminal del infante que era.

Lugar donde se entremezclan recuerdo y sueño, esta narrativa: Obliteración, propone, mediante trazos magistrales, la ilación del contenido de su capitulado con la finalidad de llevar al lector al mundo imperceptible en la cotidianidad, del consciente-subconsciente, contenido que quizás podría haber sido alterado secuencialmente de manera diferente para llegar a la misma conclusión, pero que en una de sus versiones, que Usigli eligió como definitiva, quedó como sigue:

 

  1. La precisión de los sueños no soñados”

  2. La realidad de los sueños soñados”

Interludio”

  1. La irrealidad de las cosas reales, la fantasmagoría de la realidad”

  2. Sueño de realidad”

  3. Realidad sin sueños, realidad del sueño”

  4. Sueño en la realidad”

  5. Sin realidad y sin sueño”

  6. El sueño sin fin”.

 

El juego imaginativo de Rodolfo Usigli baraja y confunde para su lector realidad y sueño, pasado, presente y futuro en el sueño, del sueño, se manifiesta tímido, sutil, insinuado en algunas de sus obras, y resulta interesante analizar el papel que desempeña al interior de sus personajes en algunas obras como:

El presidente y el ideal (1935); Aguas estancadas (1938); Sueño de día (1940); La función de despedida (1949 [personaje Verónica Muro]); Corona de Sombra (1943 [las escenas entre sueños de la anciana Carlota Amalia con el historiador Erasmo]); Los viejos (1971); Estreno en Broadway (1969-1970);2 Reynalda o El estanque (1954-1963).3

 

Concluyo con un ejemplo de La última puerta (1934-1936 [el intermedio-ballet-recitativo]):

Yo soy el que espera

y es pera que nunca madura…

yo soy el que espera

y el que desespera.

Mejor es que muera

Para esperar más.

 

El manejo del tiempo y la memoria constituye en la obra de Usigli una temática persistente, y así como J. B. Priestley juega con el factor tiempo e incluso desarrolla una teoría temporal que llamó la atención de mi padre, él se aventura en los espacios intangibles que enlazan pasado, presente y futuro para conjugarlos dramáticamente. El empleo lúdico-escénico del tiempo y la realidad-irrealidad trascendidos al onirismo son elementos esenciales de la cosmovisión de Usigli, pero lo cinematográfico (Beardsley)4 constituye también una aportación a la meta-teatralidad de su obra dramática, como puede apreciarse en Los viejos.

El carácter obsesivo de algunos de los protagonistas de sus obras teatrales (Otra primavera, El niño y la niebla, Sueño de día, Aguas estancadas, y otras) también queda de manifiesto en este relato que surge provocado por lo reiterativo de lo recordado entre tinieblas, en el que el protagonista parece ser el autor o acaso lo sea el lector, o se trate tan solo de una mera cuestión de alteridad…. La preocupación de Rodolfo Usigli por investigar en la psicología del ser humano en su interacción social ha sido, al igual que la ecuación tiempo-sueño-realidad, una constante en la mayor parte de su trabajo.

Obliteración, viene a ser, en mi opinión, un viaje en el tiempo, tramado de sensaciones y sentimientos, que nos envuelve en el torbellino vivencial del autor y se transforma en el nuestro propio, ya que su estilo narrativo pesca al lector desde el primer párrafo y le va encaminando, siguiendo el hilo, como si fuera del brazo, de manera suave pero firme, cordial e incitante, seductoramente, por los recovecos de su acción. Obliteración, para mí, es un nuevo testimonio de la fuerza narrativa puesta en relieve con la novela Ensayo de un crimen, del mismo autor.

 

Una reflexión fuera de lugar

Como dato curioso para los cinéfilos que hayan visto El discurso del rey, mi padre refiere, en el capítulo iv, que en el tiempo que duró su búsqueda de transporte para llegar al domicilio del sobrino de su amigo inglés el coronel Thornton, ya fallecido, almorzo (cito): ”cualquier cosa en cualquier lugar, hotel o pub, en el que recordé de pronto en diciembre de 1944 había escuchado el mensaje del rey Jorge VI, que me sorprendió menos por su auténtica nobleza humana que por la circunstancia de que el monarca había logrado casi por entero dominar su tradicional tartamudez”. Esta alusión es un importante indicador de la perspicacia, aguda observación que poseía Usigli. La industria cinematográfica inglesa se tardó cerca de 60 años para volverse caja de resonancia del dramatismo de ese hecho.

 

 

Pasemos ahora a las Dos Conversaciones con George Bernard Shaw

Alrededor de este tópico, me voy a permitir intercalar un par de reflexiones relativas a los cambios que ha venido experimentando la sociedad, para recalcar cómo el aparente progreso nos ha quitado, más que dado, en un sentido de lo humano y de la memoria del hombre.

La primera reflexión es que ya se ha perdido, aunque creo que todavía puede recuperarse, aquello que alguna vez fue equiparado a un arte: la conversación.

Para narrar su experiencia con el famoso monstruo del teatro inglés, Usigli coloca al lector en el marco conceptual de su íntimo pensamiento durante los momentos finales de la segunda gran guerra en las capitales inglesa y francesa a modo de preludio para los encuentros dialogados que tendrán lugar en las páginas subsiguientes.

Describe las atmósferas de Londres y de París bajo los efectos de la guerra en sus círculos literarios, los hábitos y psicología propia y de la población londinense bajo el estruendo de los postreros envíos de rockets destructivos del agonizante autodenominado Imperio ario. Por medio de una ambientación que se antoja cinematográfica, Usigli nos presenta las vicisitudes anticipatorias que rodearon la culminación de uno de sus mayores anhelos como autor. Imágenes evocativas de paisajes mexicanos durante sus accidentados periplos a la residencia del genio irlandés contrastan con el inventario urbano y campestre del paisaje inglés.

Aunque a la distancia de poco más de un año, Rodolfo Usigli reaviva el recuerdo de su gratificante encuentro con Shaw, que fue recibido con entusiasmo por don Jesús Silva Herzog en Cuadernos Americanos. En este recuerdo, el lector acompaña a Usigli en su recorrido hacia el punto de reunión con su destino autoral y adquiere la cualidad de testigo de primera mano del intercambio coloquial de dos maestros del discurso teatral, uno de ellos consagrado, el otro novel, aderezado con expresiones visuales y verbales humorísticas del viejo lobo de las tablas, el genial Shaw quien como colofón de su agudeza, receta al autor mexicano y su acompañante la treta del “robo de cámara”, todo ello narrado de manera minuciosa y con gran pulcritud por mi padre y evidenciado en las fotografías obtenidas de la cinta de 8mm.

Segunda y última reflexión. Las tarjetas que recibió Usigli de G. B. S. son sin duda el testimonio duradero de un certificado de vocación como poeta dramático, pero, al recapacitar por separado sobre ello, es también huella palpable de una porción de nuestra humanidad que se ha ido y quizás no vuelva jamás: la escritura, que sufre un gradual proceso de obliteración mediante el desarrollo y manejo antinaturales de las “nuevas tecnologías”, que han abandonado la capacidad de reflejar el verdadero carácter del hombre mediante la palabra escrita directamente por su mano y letra sobre papel: la caligrafía y lo autógrafo han sido remplazados por medios gráficos impresos y electrónicos que, ¡ay!, carecen de pulso, y no hay que perder de vista que el pulso representa la cualidad vital del ser humano. Para consuelo nuestro, esta edición recoge las imágenes de esas tarjetas escritas por Shaw así como las fotos tomadas de la película de 8 mm en ocasión de la segunda visita.

Para cerrar mi intervención, debo decir que mi buen amigo y compañero de la prepa, Adolfo Castañón hombre de letras él mismo, y profundo conocedor de la vida poética y epistolar-literaria de México, consumó en su postfacio un análisis literario y contextual histórico del periodo de creación de Obliteración en verdad notable, pues incluye una serie de opiniones e intercambios epistolares de la época, que proporcionan trazos adicionales para el retrato aun inconcluso de un escritor mexicano que incursionó, en mi opinión, como ninguno otro en diversidad de temas y estilos literarios impulsado por su deseo intelectual de producir una aserción de que la sociedad mexicana es (todavía) perfectible, empero innegablemente universal en su extensión.

Castañón contribuye con acertadas pinceladas a la imagen poética de mi padre cuando dice que:

 

A Rodolfo Usigli se le podría caracterizar como un devorador, ya no solo de sueños sino de lenguajes: la poesía, el teatro, la novela y aun el cine no le son ajenos –precisamente la novela Ensayo de un crimen fue llevada a la pantalla por Luis Buñuel (1955)– y, desde luego, el ensayo, y más allá, la filosofía […].

 

Aparte de la suya propia, Adolfo Castañón agrega aportaciones tan valiosas como la de (cito en orden alfabético): Marte R. Gómez, Pedro Gringoire, Manuel Mejía Valera, José Moreno Villa, José Emilio Pacheco, Octavio Paz, Guillermo Schmidhuber de la Mora y María Zambrano.

Esta edición de Obliteración acompañada de Dos conversaciones con George Bernard Shaw constituye un esfuerzo de recuperación y difusión de un acervo literario poco conocido salvo por los especialistas y que se pone a circular nuevamente para deleite de los adictos a la lectura de autores mexicanos.

Muchas gracias.

1 Usigli, Rodolfo. Obliteración, Edición de Autor: Aguascalientes, 1973/ Obliteración. Dos conversaciones con George Bernard Shaw. Preparativos para un acto final. Bonilla Artigas Editores, México: 2014, colección Las semanas del jardín 6.

2 Publicada en la revista Gestos, 1990.

3 Publicada en Tramoya, Cuaderno de Teatro, Xalapa: Universidad Veracruzana/Conaculta. Nueva época Núm. 86, enero-marzo de 2006.

4 Beardsley, Peter. “Cinema and Theatre in Rodolfo Usigli’s Los viejos– Bulletin of Hispanic Studies, LXXV (1998).ImageImage

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